domingo, 5 de febrero de 2012

Albert Hoffman, proximo a sus 60 años de la famosa Bicicleta 1943.


Albert Hofmann (11 de enero de 1906 - 29 de abril de 2008) fue un químico e intelectual suizo, nacido en Basilea. Describió la estructura de la quitina, pero es más conocido por ser el primero en haber sintetizado, ingerido y experimentado los efectos psicodélicos del LSD, mientras estudiaba los alcaloides producidos por el cornezuelo del centeno.
  El Dr. Pharm. (hc) Dr. Sc. Nat. (hc) Hofmann (denominación formal de su título académico) era miembro del Comité del Premio Nobel, Fellow de la Academia Mundial de Ciencias, Miembro de la International Society of Plant Research y de la American Society of Pharmacognosy.
Comienzos y estudios previos a la LSD. 

Con su tesis doctoral, Hoffmann se doctoró en Zurich "con distinción". En apenas tres meses, llevó a cabo
la degradación de la quitina (el material del que están hechas las conchas, alas y garras de los insectos, crustáceos y otros animales) y esclareció su estructura química.

El recién doctorado Doctor Albert Hoffman entró a trabajar en 1929 en el departamento químico 
farmacéutico de los Laboratorios Sandoz ("Novartis" en la actualidad), trabajando junto al Profesor Arthur Stoll, fundador del departamento. Su intención al entrar en este laboratorio fue la de trabajar con productos naturales, en particular porque los otros dos laboratorios que se hallaban en la ciudad de Basilea trataban con productos sintéticos.

La sustancia cuyo consumo Steve Jobs, co-fundador de Apple, describiría como "una de las dos o tres cosas más importantes que he hecho en la vida", fue sintetizada por Albert Hoffman por primera vez en 1938, mientras estudiaba los derivados del ácido lisérgico en este departamento. Había comenzado estudiando el hongo del cornezuelo como parte de un programa para purificar y sintetizar componentes activos de plantas medicinales para su uso en fármacos. Y durante cinco años, la dietilamida de ácido lisérgico permanecería en un cajón.

Volvió a llamarle la atención el 16 de Abril de 1943. El propio Doctor Hoffman afirma que tuvo “la 
sensación de que esta sustancia podría poseer otras propiedades además de las establecidas en las primeras investigaciones”, lo que le condujo a sintetizar de nuevo la LSD-25 para que el departamento farmacológi-co llevara a cabo más pruebas. Según sus propias palabras, “esto era bastante poco habitual; las sustancias experimentales, como regla, se retiraban definitivamente del programa de investigación una vez se había determinado que careciesen de interés farmacológico”.
 
Descubrimiento de los efectos de la LSD

Mientras purificaba y cristalizaba la LSD, una serie de sensaciones extrañas le interrumpieron. Había 
absorbido una pequeña cantidad a través de la punta de sus dedos, y describiría las consecuencias en el informe que envió en aquel momento al Profesor Stoll:
Viernes 16 de Abril, 1943, me vi forzado a interrumpir mi trabajo en el laboratorio a media tarde y dirigirme a casa, encontrándome afectado por una notable inquietud, combinada con cierto mareo. En casa me tumbé y
me hundí en una condición de intoxicación no-desagradable, caracterizada por una imaginación extremada-mente estimulada. En un estado parecido al del sueño, con los ojos cerrados (encontraba la luz del día desagradablemente deslumbrante), percibí un flujo ininterrumpido de dibujos fantásticos, formas extraor- dinarias con intensos despliegues caleidoscópicos. Esta condición se desvaneció dos horas después.

La única explicación que encontró, fue que hubiera absorbido a través de la punta de los dedos parte de la 
solución de LSD mientras se cristalizaba; la LSD-25, dedujo, debía ser una sustancia de potencia extra- ordinaria si había hecho eso con una cantidad tan pequeña. Decidido a llegar al fondo del asunto, decidió llevar a cabo un experimento sobre sí mismo.

Así, tras una prueba con una cantidad menor, tres días después consumió 250 microgramos de LSD. Esta 
vez los efectos serían mucho mayores, y el Doctor Albert Hoffman necesitaba hacer grandes esfuerzos para poder hablar. Pidió a su asistente en el laboratorio, quien estaba al tanto del experimento, que le acompañase a casa; fueron en bicicleta, dando pie a lo que ya es leyenda, quizá el más famoso de los paseos en bicicleta.

Albert empezó a asustarse, viéndolo todo en su campo de visión ondulado y distorsionado, como si se tratara 
de un espejo curvado, y con la sensación de no estar moviéndose (aunque sería realmente lo contrario, y llegaron rápidamente a casa): era el desdoblamiento temporal inducido. Los efectos eran lo bastante fuertes como para que Albert no pudiera sostenerse en pie, y tuvo que dejarse caer en el sofá mientras solicitaba leche y su entorno se transformaba, los muebles girando y en contínuo movimiento, y adquiriendo formas grotescas que asustaban al Doctor.

Más preocupante que el remolino de alrededor, era el vórtice que amenazaba con absorber a Hoffman en su interior. Todo intento de ejecutar su voluntad y detener en sus palabras ”la desintegración del mundo 
exterior y la disolución de mi ego”, era en vano. Sintió como si un demonio le invadía y poseía su cuerpo, mente y alma; gritando y hundiéndose en su impotencia, aniquilado por la sustancia que había experimenta- do; ¿estaba muriendo, era esto la transición? ¿Iba a morir por su atrevimiento experimentando con esta sustancia que había reaccionado de forma inesperada, aunque lo hubiera hecho con las mayores precaucio- nes que había sido capaz? (¿y su mujer y sus tres hijos?).

Sin embargo, no fue capaz el doctor familiar de detectar ningún síntoma anormal más allá de unas pupilas 
muy dilatadas, a pesar de las intensas indicaciones de Albert Hoffman acerca del peligro mortal en el que se encontraba. El viaje fue diluyéndose poco a poco, y el Doctor Hoffman pasó a un sentimiento de gratitud y de poseer una inmensa suerte, empezando a disfrutar de los colores y juegos de formas que se desplegaban ante sus ojos, de los sonidos que se convertían en ilusiones ópticas fantásticas.
  
 No podría concebir aún Albert Hoffman el uso dla LSD-25 más allá de la medicina, una vez había percibido su cara más terrorífica; alguna pista sin embargo, tendría. Nada de “resaca”, al contrario, se encontraba limpio y radiante al día siguiente. Pero no sería hasta posteriores experimentos que empezaría a ser consciente de su potencial “visionario” e incluso curativo; un aspecto que fue desarrollado entre los 50s y 60s por distintos departamentos universitarios de Psicología -especialmente conocido el del Doctor Timothy Leary en Berkeley-, hasta que llegó la prohibición dla LSD por parte de los gobiernos, como contraofensiva ante los peligros que para su estabilidad suponía su uso por parte de la contracultura hippie.          
                                       
Hoffman, que consideraba a Timothy Leary 'un tipo interesante pero con un exceso de protagonismo', se 
sintió terriblemente frustrado con la prohibición, argumentando que durante una década había sido utilizado con resultados espectaculares en el psicoanálisis. Consideraba que la sustancia había sido secuestrada por el movimiento hippie y que podía ser utilizada de forma irresponsable, pero que después había sido injustamente demonizada por el sistema al que el movimiento se oponía.
Si fuera posible detener su uso inapropiado, su mal uso, entonces pienso que sería posible dispensarlas para 
su uso médico. Pero mientras siga siendo mal utilizada, y mientras la gente siga sin entender realmente los psicodélicos utilizándolos como drogas placenteras errando a la hora de apreciar las muy profundas experiencias psíquicas que pueden inducir, su uso médico seguirá parado. Su consumo en las calles ha sido un problema durante más de treinta años. En las calles las drogas se entienden mal, y ocurren accidentes. Esto hace muy difícil que las autoridades sanitarias cambien su política y permitan el uso médico. Y aunque podría ser posible convencer a las autoridades sanitarias de que los psicodélicos podrían ser utilizados con seguridad en manos responsables, su uso callejero sigue haciendo muy difícil que estas autoridades sanitarias estén de acuerdo.

El Doctor Hoffman continuó estudiando productos naturales en Sandoz, así como con el estudio de las 
sustancias alucinógenas halladas en las setas y plantas mexicanas utilizadas por los aborígenes. Esto le llevó a sintetizar por primera vez en 1958 en un laboratorio la sustancia conocida como “psilocibina”, componente activo de setas alucinógenas como la “Psilocybe mexicana” o la “Psilocybe cubensis”.

Se interesó también por la “Rivea Corymbosa”, cuyas semillas son usadas por los nativos y llamadas 
“Oloiuhqui”, cuya estructura psicoactiva, la Amida de ácido D-lisérgico (LSA), halló muy cercana a la LSD. También investigó la planta conocida como “Salvia Divinorum”, aunque no consiguió identificar sus componentes activos (las Salvinorinas) como pretendía.
   

 Centenario

En 2006 cumplió los 100 años de edad, por lo que se celebró un simposio en su honor
El 11 de enero de 2008 el Dr. Hofmann cumplió 102 años de edad. El martes 29 de abril de 2008 fallece 
en Basilea, Suiza, donde vivía hasta la fecha, a causa de un ataque al corazón

Muerte y consecuencias

La semilla del Doctor Albert Hoffman no se extingue: para su regocijo, en la que quizá fue su última 
victoria, las autoridades suizas permitieron en diciembre de 2007 que se lleven a cabo experimentos en psicoterapia con pacientes que sufren de enfermedades físicas terminales. Será el primer estudio sobre los efectos terapéuticos de la LSD en el mundo en 35 años 
               Libros

* Wasson, Robert Gordon / Hofmann, Albert / Ruck, Carl A. P. (1978): The Road to Eleusis: Unveiling the 
Secret of the Mysteries (Ethno-Mycological Studies, No. 4). Harcourt. ISBN 0-15-177872-8
* Schultes, Richard Evans / Hofmann, Albert (1980): Plants of the Gods: Origins of Hallucinogenic Use. 
Random House / Arrow. ISBN 0-09-141600-0
* Hofmann, Albert (1981): LSD, My Problem Child. McGraw-Hill. ISBN 0-07-029325-2
* Hofmann, Albert (2001): LSD -Mein Sorgenkind. Klett-Cotta. ISBN 3-608-94300-5

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