El dibujante francés Jean Giraud, conocido como Moebius, padre del cómic sobre el teniente Blueberry, ha fallecido este sábado a los 73 años de edad tras una larga enfermedad,
Autor prolífico, que firmó buena parte de su obra con el seudónimo de Gir, Moebius trabajó en algunas de las revistas más importantes de Francia y colaboró también en el mundo cinematográfico.
Creador de un universo muy personal, el dibujante francés colaboró en la concepción de los personajes de las películas Alien, de Ridley Scott; El quinto elemento, de Luc Besson, o Abyss, de James Cameron, entre otros.
Pero fue el mundo del "western" el que lanzó a la fama a este prolífico dibujante que comenzó en su adolescencia a consagrarse a su pasión.
Nacido el 8 de mayo de 1938 en Nogent-sur-Marne, a las afueras de París, en el seno de una familia modesta, Giraud publicó con apenas 15 años sus primeros dibujos.
Su atracción por el mundo del "western" le llevó a crear en colaboración con Jean-Michel Charlier la saga de Blueberry, que firmó con el pseudónimo de Gir y que le dio fama internacional.
Con los años, a finales de los 60, el dibujante abandonó el realismo de esa serie para consagrarse a una obra más fantástica en un universo propio muy relacionado con la ciencia ficción.
Fue en ese momento cuando adoptó el pseudónimo de Moebius, y cuando comenzó una prolífica colaboración con el cine que duró varios años.
Entre el realismo y la imaginación, Moebius tuvo tiempo de dibujarse a si mismo, como muestra la serie de álbumes que editó sobre su propia vida bajo el título Inside Moebius.
Giraud tuvo una gran vinculación con México, donde vivió su madre y donde pasó varias etapas de su vida, lo que influyó su visión del universo del "western".
Nombrado "mejor artista gráfico de Francia" en los años 90, Moebius tenía la insignia de las Artes y las Letras que en 1985 le otorgó el presidente François Mitterrand.
Muy admirado en su país, en marzo pasado cerró en París una gran exposición consagrada a su obra.
--Este libro se le ocurrió a usted o a su psicólogo?
--Ja, ja, ja. A mí, a mí. Un día decidí que ya era hora de dejar de fumar marihuana. No es que fuera un adicto, porque no me costó dejarla, pero la consumía para trabajar y ya tengo una edad. Sin los efectos de la hierba, empecé a dibujar un diario íntimo de forma automática, sin pensar, sin hacer bocetos revios. Cuando llevaba un par de páginas me dibujé a mí mismo y luego aparecieron mis personajes: el Teniente Blueberry, el Metabarón, el extraterrestre Arzak...
--Cuando era joven se creía un profeta, incluso pasó tiempo en una secta; luego vendió millones de cómics y le llamaban el Papa de la historieta, y en este libro el personaje de Moebius es nada menos que Dios. Ya no se puede subir más alto.
--No, después de Dios no hay nada. Ja, ja, ja. Mi personaje en Inside Moebius incluso puede volar. El roblema es que, cuanto más arriba sube, más dura es la caída.
--Y usted se siente muy arriba?
--Solo cuando hablo con un periodista. No quiero ni contarle cómo me siento cuando me levanto por la mañana.
--Se dibuja a sí mismo con 70 años y también cuando era joven.
--Y cuando tenía 8 años! ¿Ve esta viñeta en la que unos niños juegan con canicas en la calle? ¡Ese soy yo! Verme a mí mismo desde fuera ha sido una experiencia muy profunda y emocionalmente perturbadora.
--La acción transcurre, como en muchos otros álbumes suyos, en el desierto. ¿Aún le influye aquella iniciación juvenil a las drogas en el desierto de México?
--Allí experimenté por primera vez con el inconsciente y eso sigue alimentando mi obra, sí. Pero más allá de eso, el desierto se ha convertido en el hilo conductor de mi trabajo. Mi mente es un caos y el desierto es lo único que pone orden en ese caos.
--Uno de los personajes del libro dice: «El atentado de las torres gemelas supera cualquier historia de ciencia ficción».
--Ja, ja, ja. A mí, a mí. Un día decidí que ya era hora de dejar de fumar marihuana. No es que fuera un adicto, porque no me costó dejarla, pero la consumía para trabajar y ya tengo una edad. Sin los efectos de la hierba, empecé a dibujar un diario íntimo de forma automática, sin pensar, sin hacer bocetos revios. Cuando llevaba un par de páginas me dibujé a mí mismo y luego aparecieron mis personajes: el Teniente Blueberry, el Metabarón, el extraterrestre Arzak...
--Cuando era joven se creía un profeta, incluso pasó tiempo en una secta; luego vendió millones de cómics y le llamaban el Papa de la historieta, y en este libro el personaje de Moebius es nada menos que Dios. Ya no se puede subir más alto.
--No, después de Dios no hay nada. Ja, ja, ja. Mi personaje en Inside Moebius incluso puede volar. El roblema es que, cuanto más arriba sube, más dura es la caída.
--Y usted se siente muy arriba?
--Solo cuando hablo con un periodista. No quiero ni contarle cómo me siento cuando me levanto por la mañana.
--Se dibuja a sí mismo con 70 años y también cuando era joven.
--Y cuando tenía 8 años! ¿Ve esta viñeta en la que unos niños juegan con canicas en la calle? ¡Ese soy yo! Verme a mí mismo desde fuera ha sido una experiencia muy profunda y emocionalmente perturbadora.
--La acción transcurre, como en muchos otros álbumes suyos, en el desierto. ¿Aún le influye aquella iniciación juvenil a las drogas en el desierto de México?
--Allí experimenté por primera vez con el inconsciente y eso sigue alimentando mi obra, sí. Pero más allá de eso, el desierto se ha convertido en el hilo conductor de mi trabajo. Mi mente es un caos y el desierto es lo único que pone orden en ese caos.
--Uno de los personajes del libro dice: «El atentado de las torres gemelas supera cualquier historia de ciencia ficción».
--Y es verdad. En el sentido de que estamos hablando de miles de muertos, de seres humanos de verdad. Del 11-S no se puede hacer una abstracción, por eso hice aparecer a Bin Laden en el desierto, donde sostiene un debate con el Metabarón y Arzak.
--Este es uno de los fragmentos más divertidos del cómic.
--El humor nos sirve para distanciarnos de una realidad que, de otra forma, sería insoportable.
--La idea de castigar a Bin Laden a tener cuerpo de mujer de por vida es genial. Para él, es el peor castigo.
--Por eso va siempre tapado de pies a cabeza, como si llevara un burka. Pero ponerse en el lugar del otro puede ser su única salvación, y la nuestra.
--De niño empezó a dibujar compulsivamente para combatir la soledad. ¿Ya no puede dejar de hacerlo?
--Solo lo dejaré cuando me muera.
--Volverá con otra historieta de Blueberry? En el libro, el teniente hasta le apunta con un revólver para
que le escriba un guión.
--Él es quizá mi preferido. Quizá vuelva con él. Ganas no me faltan.
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