miércoles, 6 de marzo de 2019

Dibujantes: Robert Crumb: el Padre del Comic Underground



Robert Crumb: el lisérgico y depresivo padre del cómic undergroud

Roberto González







Fetichista, retorcido, neurótico, honesto, acomplejado y genial. Robert Crumb:
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Cuando no estoy dibujando me siento depresivo y suicida. Pero a veces también me ocurre cuando dibujo”. Esclarecedoras declaraciones con las que comienza el magnífico documental Crumb de Terry Zwigoff (1994), que explican rápidamente al autor y su obra. O no del todo. Es significativo que el dibujante sonría mientras lo dice, como quitando importancia a esta supuesta angustia vital. Y es que la obra de este autor de Philadelphia se ha caracterizado casi siempre por un gran sentido del humor, la mejor arma para afrontar los problemas del mundo, hablar de temas tabú o realizar las confesiones  más vergonzosas.
Al joven Crumb no le faltaron motivos para sentirse desdichado. Creció en el seno de una familia desestructurada con un padre que pegaba a sus hijos y una madre adicta a las anfetaminas. Ambos trataron de ofrecer a sus cinco vástagos una educación puritana y católica, aunque las cosas no salieron del todo como se esperaba. El pequeño Bob se aficionó a los tebeos por la influencia casi autoritaria de su hermano mayor Charles,  mientras que el otro chico, Maxon, aquejado de ataques epilépticos, también le daba al lápiz. En 1962 Robert consiguió su primer trabajo dibujando tarjetas de felicitación en Cleveland (Ohio). Dos años después publicaría sus historietas en la revista Help! que por entonces editaba Harvey Kurtzman, uno de los fundadores de la mítica Mad Magazine y guionista de la excelente serie satírico-erótica Little Annie Fanny para la revista Playboy.
fritz_catSEXO Y 
ANIMALES GRACIOSOS
Conociendo a Crumb, no resulta extraña la motivación que le llevó a realizar uno de sus primeros trabajos. El gran libro Yum Yum fue concebido para seducir a una mujer, Dana, que se convertiría en su primera esposa. Se trata de una fábula alegórica y parcialmente autobiográfica, sobre un pequeño sapo, de nombre Ogden, que intenta obtener respuestas en la educación y la religión, alentado a convertirse en un hombre de provecho por parte de su padre. Finalmente, gracias a la súbita aparición de una planta similar a la del cuento Jack y las habichuelas mágicas, llegará a un mundo encantado en el que habita una giganta llamada Guntra, de la que se enamorará perdidamente, a pesar de que ella inicialmente sólo desea comérselo. La aventura es más bisoña que lo que estaba por venir, pero consiguió su objetivo. Robert y Dana Crumb vivieron su final feliz durante catorce años. En 1978 el dibujante se casó de nuevo con su actual mujer, Aline Kominsky.
La influencia de los dibujos animados clásicos y los ‘funny animals’ de las tiras de prensa norteamericanas que encontramos en El gran libro Yum Yumson también el germen de El gato Fritz, un personaje que Crumb ya dibujaba en sus tebeos infantiles y que vio la luz por primera vez en la mencionada revista Help! Al recibir las muestras, Kurtzman contestó: “me han encantado tus dibujos del gatito. El problema es ¿cómo los publicamos sin que nos metan en la cárcel?”.

Al recibir las muestras, Kurtzman contestó: “me han encantado tus dibujos del gatito. El problema es ¿cómo los publicamos sin que nos metan en la cárcel?”

Como otras series de Crumb, El gato Fritz no está perfectamente delimitada, sino que se encuentra en constante evolución. Únicamente a veces se repiten secundarios y ni siquiera el felino del título cuenta con un carácter inamovible. Debido a esta laxa continuidad, puede ser agente de la CIA, estrella de cine o sofisticado universitario. Lo que sí comparten la mayoría de estas encarnaciones es una actitud similar. Fritz es un pícaro, un cuentista, que finge angustia e interés por problemas sociales, políticos o vitales pero cuya principal preocupación es, finalmente, el sexo: acostarse con todas las gatitas, aves, conejitas o yeguas que se le presenten.
Fritz estaba llamado a convertirse en uno de los personajes más célebres de su creador, ya que fue el primero y el último en ser adaptado en una película de animación. La cinta fue realizada por un debutante Ralph Bakshi, que más tarde firmaría su versión cinematográfica de El señor de los anillos, a la que Peter Jackson debe más de lo que podría parecer. El primer filme de dibujos con calificación X se convirtió también en la cinta de animación independiente más taquillera hasta ese momento y ayudó a extender la fama de Crumb. Sin embargo este no quedó contento con el resultado, por algunas líneas de diálogo que se oponían a la revolución social o las escenas de sexo, que consideró “aún más retorcidas” que las originales. También le pareció que el filme era fallido en su sentido del humor (sentimiento que comparto).
A Bakshi, todo un carácter, no se le puede acusar de suavizar o edulcorar el personaje para el gran público ni tampoco de realizar un mal trabajo en los aspectos técnicos – contó con míticos animadores de los Looney Tunes como Rod Scribner– pero sí peca de recrearse en lo accesorio y descuidar la estructura de una trama que revela su procedencia episódica. Para evitar futuras injerencias de Hollywood, Crumb asesinó a su personaje en 1972 en una historia en la que el felino, convertido en célebre estrella, es acuchillado con un picahielos por su amante avestruz, mucho antes de Instinto básico. Esto no impidió que dos años después se estrenara una secuela del filme titulada Las nueve vidas del gato Fritz (recordemos que en muchos países se dice que los felinos tienen nueve vidas, en vez de las siete habituales en España y otros países mediterráneos). Ni la muerte puede vencer a las leyes del mercado.
MÍSTICOS DE ANDAR POR CASA
Para entonces ya había aparecido otra estrella en la constelación Crumb. Mr. Natural  hizo su debut en 1967, época en la que el consumo de LSD servía de fuente de inspiración para muchas historietas del autor. Este peculiar sabio barbudo se convertiría rápidamente en el que es, posiblemente, el personaje más divertido, original y carismático del dibujante, si exceptuamos su propia auto-caricatura.
Es, además, uno de los pocos que cuenta con una delirante biografía redactada por Crumb en los setenta. Según esta, el anciano habría sido un popular músico de jazz durante los años veinte antes de donar toda su fortuna a la caridad y trasladarse a Asia para trabajar como taxista en Afganistán. A su vuelta a los Estados Unidos, en plena década del ‘flower power’ se convertiría en un guía espiritual para los jóvenes de San Francisco.
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Con su larga barba blanca, Mr. Natural es, en apariencia, un asceta guiado por  elevados valores espirituales. Puede permanecer en trance durante días ajeno a los progresos del mundo civilizado pero, a poco que rasquemos la superficie, veremos que tiene algo de estafador y mucho de viejo verde. Como en la vida real, cualquier persona que se precie de saber todas las respuestas a menudo no busca otra cosa que su enriquecimiento personal.
Al igual que El gato Fritz, la del místico es una serie variable, lo que la hace tan fascinante como irregular. Las mejores historias son las que emparejan al protagonista con Flakey Foont, un aburrido padre de familia burgués, integrado en el sistema, que vive en una perpetua relación de amor-odio hacia su mentor. El neurótico Foont necesita a Mr. Natural aunque está casi seguro de que este le toma el pelo. Tiene miedo a enfrentarse a la vida sin el bálsamo de las máximas propias de un manual de autoayuda que el sabio le facilita… cuando quiere.
Esta confrontación alcanza su paroxismo en una serie de historietas publicadas entre 1986 y 1991, en la que un nuevo personaje –cómo no, femenino– hace acto de presencia. Se trata de ‘la Diablesa’, una mujer de aspecto demoníaco y comportamiento salvaje. Con su dibujo detallista y sus exageradas proporciones, típicas del ideal de belleza de Crumb, su figura destaca frente al diseño inspirado en ‘Popeye’ de los personajes masculinos y provoca una doble sensación de morbo y repulsión en el lector. La cuestión se vuelve más incómoda cuando descubrimos que Flakey Foont, un individuo gris con el que no es difícil sentirse identificado, resulta tanto o más  retorcido que el propio Mr. Natural, seguramente por vivir en un estado de mayor represión sexual. Por su parte el anciano se sale siempre con la suya con su actitud a menudo aprovechada aunque, en ocasiones, también afable y altruista. Después de todo, tal y como afirma la Diablesa, no se le puede negar nada, ya que “¡Es un hombre natural!”.
En el fondo, Flakey Foont y Mr. Natural, como el gato Fritz o el sapo Ogden, podrían ser diversos ‘alter ego’ del propio Robert Crumb en diferentes etapas o facetas de su vida, lo que no impidió que el autor se retratase en una serie de historias autobiográficas, género por el que es especialmente conocido. Las confesiones del tío Bob resultan aún más explícitas y erótico-festivas que las de nuestro autóctono tío Vázquez. “Mis problemas con las mujeres”, publicada en 1980, sirve como ejemplo perfecto y resumen de todas ellas.
MUJERES Y CONFESIONES
Nuestro hombre había recorrido todo el camino desde sus días de adolescente para convertirse en gurú del underground en los sesenta y finalmente asentarse como acomodado padre de familia junto a su mujer Aline y su hija Sophie.  Eso no le impidió echar por la borda cualquier atisbo de respetabilidad que hubiera podido conseguir mediante una brutal confesión de sus fantasías y su personal visión del sexo opuesto. Una visión que avergüenza a los lectores masculinos, que, en mayor o menor grado, compartimos algunas de sus apreciaciones. La identificación aumenta entre los dibujantes y/o aficionados a los cómics. Estas y otras páginas tienen un carácter misógino reconocido por el propio autor, pero también suponen un ejercicio de sinceridad al que no se expondría cualquiera. Y además, hacen reír.
No todas sus historias biográficas giran en torno al género femenino, aunque para el dibujante cualquier excusa es buena. También nos habla de la madurez, del mal llamado progreso, de su pasión por el blues… Incluso llegó a ilustrar las disquisiciones de otras personas, en concreto las del difunto Harvey Pekar, en American Splendor, cuya versión cinematográfica protagonizada por un perfecto Paul Giamatti es tanto o más recomendable que el cómic original.

El gran libro Yum Yum fue concebido para seducir a una mujer, Dana, que se convertiría en su primera esposa

Aunque se hable mucho sobre el contenido de su obra, Robert Crumb es, claro está, un extraordinario ilustrador, capaz de defenderse por igual en la caricatura y en un dibujo más realista. De ahí que en 2005 decidiera acometer la tarea titánica de ilustrar todo el libro del Génesis, un trabajo que le llevó cuatro años. Lo hace con un dibujo ‘serio’, detallista y con absoluta fidelidad al texto, sin introducir salidas de tono, más allá de las que ya aparecen en la Biblia. Tal y como explica el agnóstico dibujante su visión es más fiel, para lo bueno y para lo malo, que muchos cómics religiosos que había leído, ya que estos inventaban detalles o edulcoraban los aspectos más controvertidos. El libro alcanzó el primer puesto en la lista de novelas gráficas más vendidas del New York Times y el dibujo fue reconocido con un premio Harvey. Ahora, como él mismo expresa, ya puede volver a dibujar pornografía.

“Cuando no estoy dibujando me siento depresivo y suicida. Pero a veces también me ocurre cuando dibujo”

La influencia de Crumb está presente en los artistas que colaboraron con él en la revista Weirdo, en la que se inició el gran Peter Bagge,  y en otros muchos autores a lo largo y ancho del mundo. No es difícil rastrear su huella en propuestas españolas como Mondo Lirondo o en la obra del premio nacional Max (su Bardín tiene algo del misticismo de Mr. Natural). Sus obras completas han sido cuidadosamente editadas por Ediciones La Cúpula, sin olvidarnos del libro Recuerdos y opiniones de Global Rhythm. El autor y su obra han tenido su reflejo en el cine en diferentes películas (además de las citadas hay algo de Crumb en el personaje de Steve Buscemi en Ghost World). El adolescente tímido y acomplejado ha conseguido su sueño de ser reconocido como un gran artista, aunque siempre desde un ámbito alejado de lo comercial. Por eso, aunque esté algo cansado de la expresión, sólo podemos culminar con un Keep on Truckin’, Bob!”

Keep on truckin’…

keep on
La frase viene de unas ilustraciones que hizo tituladas, precisamente, ‘Keep On Truckin’’ (algo así como ‘Sigue adelante’) que se hicieron muy famosas, las típicas de los personajes avanzando la pierna mucho… y que en el documental y en entrevistas confiesa que le dieron muchos quebraderos de cabeza porque salió mucho merchandising pirata de ellas. Por eso dice, medio en broma, que no vaya la gente diciéndole “Hey! Keep on truckin’!” si quieren caerle simpáticos.



















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