viernes, 7 de septiembre de 2012

Entrevista a Ian Glasper.

  

Bad Beach, Brixton, 1984, por Paul May
Érase una vez, el punk inglés significaba violencia, pasión, compromiso político y una visión pasada de moda de la higiene personal. No significaba ese cantante de The Drums, con su iPhone de última generación y la gira del Quiero y No Puedo patrocinada por Catalana de Gas  (o lo que caiga esa semana). Queridos amigos, estamos hablando de los ochenta.
Por suerte, hubo alguien que se mantuvo alejado del pegamento, el speed y litros de cerveza para lograr escapar de los males de esa década salvando una serie de recuerdos coherentes. Ian Glasper ha rememorado toda esa época en una trilogía de libros que conforman el documento definitivo del punk en Inglaterra en la década de los ochenta.
El libro de Glasper, Burning Britain: The History of UK Punk 1980-1984 [La history del Punk en Reino Unido 1980-1994], The Day the Country Died: A History of Anarcho Punk 1980-1984 [El día que murió el Country: una history del anarco-punk] y el ultimo Trapped In a Scene [Atrapado en un escenario] son de lectura obligatoria para cualquiera que tenga un mínimo interés por el punk rock del Reino Unido.
Glasper recrea la vida de esa época, algo que interesará a cualquiera que esté interesado por los flecos de la cultura de masas de la época de Maggie Thatcher.
Ian no sólo contestó a nuestras preguntas estúpidas, sino que también nos envió un montón de fotos inéditas que podrás ver ahora por primera vez.

Vice: Hola Ian. ¿Qué tiene de especial el punk de Inglaterra para ponerte a escribir tres libros?

Ian Glasper: Ese acento cockney tan gracioso, claro. Bueno, ahora en serio, una vez diseccionado el punk –guitarras, voz, energía e ira– no hay mucha diferencia entre países. Yo creo que lo hice porque estaba viviendo en Inglaterra en ese momento.

Has dividido la historia del punk en tres épocas. ¿Tienes una favorita o todas son tu niña bonita?

Bueno, probablemente el panorama anarco-punk de principios de los ochenta  me influyó más que otra época y creo que esos grupos han aguantado mejor el tirón que otros con el paso del tiempo. Debe ser porque muchos de esos grupos se separaron al principio y se negaron a volver a juntarse. La época que cubre el último libro, en el que analicé la escena hardcore de Inglaterra de finales de los ochenta, fue donde me empecé a involucrar  más con los grupos. Me junté con muchos de los grupos del libro, me sentía como uno más y no como un simple espectador, así que esa época también fue muy especial para mí.

¿No te resultó difícil seleccionar material entre todas las fotos, algunas muy buenas y otras estúpidas, que hay en los libros o eres la clase de tío que tiene un montón de fotos y flyers clasificados por nombre y fecha?

No sabes lo difícil que fue. Para el último libro, saqué muchos flyers de mi colección personal pero sólo tuve cámara de fotos ahora y cuando era joven y, en esa época, cuando la llevaba a algún concierto, solía perderla. Pasé mucho tiempo buscando fotos o buscando al tipo que la había sacado, para poder citarle bien en los créditos. Empecé a recopilar fotos que no sabía de dónde había salido, así que pasé mucho tiempo tratando de identificar lugares y personas. Soy muy quisquilloso y quería hacerlo bien, para que el libro estuviera lleno de documentos históricos fieles a la realidad.

¿Encontraste algo extraño cuando empezaste a hacer los libros?

Algunas cosas. Por ejemplo, maquetas inéditas que nunca había oído o al menos, que nunca había tenido. A lo largo de los años, han pasado muchas cosas por mis manos y estuvo bien recordar algunas de esas canciones y acordarme de por qué me gustaban tanto. Siempre mola ver una fotografía realmente impresionante de un directo, sobre todo si es inédita y se publica en exclusiva para el libro. Intento recopilar cosas que resulten inéditas hasta para los fanáticos más acérrimos.

¿Hay algo que quisieras haber publicado en los libros pero que no has podido?

Hay un par de entrevistas que me hubiera encantado publican en los libros: la de Wattie de  The Exploited para Burning Britain, Vi Subversa de Poison Girls para The Day the Country Died, y Shane Embury de Napalm Death para Trapped In a Scene. No las pude publicar porque estaban muy ocupados y no podía esperar a que tuvieran tiempo para darme los permisos. Salen bastante en los libros, pero hubiera estado bien incluir esas entrevistas para que estuvieran más completos.
2death-warmed-up


Death Warmed Up, Mermaid, 1987, foto de Andy Giles
Trapped In a Scene trata de la época más analizada, y seguramente la más interesante, del punk en Inglaterra: el final de los ochenta.
A finales de los ochenta había mucha energía y muchas ganas de comerse el mundo. Parecía que podíamos destacar pero realmente estábamos papando moscas.

Acabaste tocando con Flux Of Pink Indians. ¿Qué sentías al tocar en un grupo sobre el que habías escrito libros?

Flux Of Pink Indians están muertos, ¡ya es oficial! A Colsk no le interesaba seguir tocando en directo, así que todo se fue a la mierda pero me lo pasé muy bien las cuatro veces que tocamos entre 2007 y 2008. Era bastante surrealista tocar "Tube Disaster" con ellos. Aprendí a tocar el bajo peleándome una y otra vez con esa canción durante 25 años.  Todavía pienso que Strive to Survive Causing the Least Suffering Possible es un gran LP anarco-punk, así que fue todo un honor para mí.

¿Algo que te llamara la atención cuando estabas documentándote para los libros?
Muchos fliparon cuando se enteraron de que Wizz, el ex cantante de Generic, había intentado secuestrar a una niña, pero lo que más me sorprendió fue lo de los locos de Sons of Bad Breath, cuando arrojaron un retrete lleno de mierda por la ventana desde el tercer piso de una casa okupa de Hackney. Aún me río siempre que lo recuerdo. Desgraciadamente, lo que más me llamaba la atención era cuando mis propios grupos se relacionaban con skinheads y con los últimos coletazos de la violencia más ultra. Cuando tocaba con Decadence Within, un concierto terminó en una batalla campal en la que apuñalaron a dos miembros del público, arrestaron a unas 20 personas y nos vetaron en todos los rincones del país durante una época. Llenamos los titulares de los periódicos en esa época. Volvimos a aparecer en las portadas cuando tocamos con un grupo que habían decidido llamarse SS Experiment Camp con la esperanza de llamar la atención. Y funcionó, pero nunca pudieron tocar en ningún sitio por eso.

A los grupos anarco les encantaba despotricar.  ¿Crees que alguno de los ideales que en esa época defendían grupos como Crass se han asimilado por parte de la sociedad?

La primera vez que me volví vegetariano en 1981, fui de los primeros del colegio en hacerlo. Me llamaban "Reg the Veg" y todos intentaban hacerme comer bocadillos de jamón en el recreo. La opción vegetariana era comer lo que comía todo el mundo, excepto carne. Toda la cultura de lo vegetariano vino después —ahora estamos por todas partes, somos como la peste. El anarco-punk tiene la culpa de esto, estoy seguro. No nos olvidemos de la –presunta– prohibición de cazar zorros y los años que pasamos diciendo que eso nos parecía una mierda. Me pasaba los fines de semana gimoteando porque los carnívoros me pegaban. Así era mi vida.

Tus primeros dos libros describían una época similar pero trataban aspectos distintos de la escena punk. ¿Había algún conflicto entre los crust y los punks?

La verdad es que no. Existía la rivalidad típica entre Crass y Special Duties y Conflict estaban todo el día criticando a The Exploited. Había algunos anarcos muy heavies que no disfrutaban escuchando a The Test Tube Babies o a Anti-Nowhere League, pero la mayoría de nosotros les gustábamos. No podías estar escuchando a The Mob todo el día –acabaría empalagándote– así que la clave era alternarlo con Partisans o Chron Gen.

¿Qué grupo siguió tocando, de cualquier época que hayas cubierto?

Desgraciadamente, los grupos de Estados Unidos fracasan cuando tienen que tocar en Inglaterra. Mis grupos favoritos en directo eran TSOL, Agent Orange y The Adolescents. The Damned—no aparecen en mis libros pero se ha hablado de ellos hasta el infinito en otros– siempre eran sensacionales y no muchos grupos pueden alcanzar el nivel de Killing Joke. En realidad, superan a cualquiera, incluso a esos grupos de Estados Unidos.  Amebix y Antisect estaban cerca de ser una experiencia religiosa en esa época y creo que nunca he estado en un mal concierto de The Subhumans. Y eso que los he visto muchas veces.

¿Te arrepientes de no haber asistido a algún concierto en esa época?

A varios, pero el que más me dolió no fue un concierto punk sino un concierto de trash: Vovoid, Possessed y English Dogs en la Electric Ballroom en 1986. También hubiera estado bien haber visto a Crucifix en su gira por Inglaterra.

¿Sobre qué vas a escribir tu próximo libro? ¿Sobre el punk en Inglaterra de los 90?

Sí, ¿cómo lo sabes? ¿He vuelto a hablar en sueños?